05:13 de la mañana, mientras despertaba recordaba el punto de encuentro para aquel día, Estacionamiento del Parque de los Venados, la cita era a las 07:00 recuerdo que Paco Piñón nos recomendó salir con al menos una hora de anticipación. No se porque mi mente pensó aquella mañana en el estacionamiento que se encuentra por División del Norte.
Después de haber estacionado el coche, nos colocamos inmediatamente nuestras mochilas, yo me coloqué la canon colgada en mi cuello, deseaba captar tantas instantáneas como fuera posible.
El camino comenzaba por un carril donde algunos que habían llegado más temprano, habían dejado sus autos cerca de un acceso, este acceso comenzaba con piedras y una basta vegetación que abría paso a paso el camino. Los árboles grandes y frondosos se extendían y no permitían visualizar el azul del cielo. Alfredo y Omar tenían algunos meses que no hacían senderismo. Mientras avanzábamos comenzaban a quedarse atrás, yo les esparaba para poderlos acarrear un poco. Pero a medida que el camino se complicaba, ellos alentaban más su paso.
Detuvimos nuestros pasos, dejando y permitiendo que un grupo de mayor cantidad de personas se adelantara en una pendiente. Tomamos poco menos de 10 minutos, cuando Pilar comenzó a dirigir el camino, la subida no era larga, quizá no mas de 20 metros, pero costaba un poco subirla entra el lodo y la humedad del piso. Ese sendero nos llevo hasta un tronco enorme que se cruzaba en nuestro camino, tenías que sentarte sobre este para poder continuar, cuando te encontrabas incorporándote, el fresco del bosque era partido por un sendero que se indicaba solamente por el camino dejado por algunas otras personas que habían caminado anteriormente. La llanura comenzaba a abrirse y daba pie a las faldas del Nevado.
El camino hacia el nevado no era frontal, nuestro asenso tendría que ser flanqueado por una pendiente sumamente resbaladiza. Quizá unos 100 o 130 metros de subida entre arena y piedras que resbalaban mientras dabas un paso u otro. En el camino nos encontramos con una persona y su perrito, cuyo andar era un 4X4 ante ese camino.
Pilar fue quien llego a la cima primero, después yo, seguido de Alfredo, Omar y Paco al final. El se había detenido y comenzado un poco tarde pues estaba configurando su equipo para grabar el camino por el que instantes antes habíamos andado.
Una breve pausa nos permitió tomar algunas instantáneas, así como comer algunas golosinas. Cuando divisamos que un grupo de personas se acercaba, tomamos nuestras cosas y continuamos nuestro camino.
El camino fue volviéndose cada vez mas árido y complicado. Pilar y Paco punteaban, mientras tanto yo, esperaba a Alfredo y Omar. La subida era compartida con demás personas y a su vez con una densa niebla que dividía nuestro andar.
La pendiente final se encontraba llena de un pequeñísimo riachuelo generado por el derretimiento del poco hielo que se había generado la noche anterior. Un diminuto pasillo y el esfuerzo de subir una pierna mientras hacías palanca con el bastón para colocarte en el punto superior, te indicaban la llegada a la parte alta del Nevado de Toluca.
Frente a ti y a lo lejos podías visualizar el azul de las lagunas, un color que resaltaba ante la mirada perpleja de tus ser. Sin embargo a pesar de haber llegado a esa altura, nos faltaba aun más.
Comenzamos a caminar entre piedras que podían moverse al simple hecho de colocar una parte de tu pie sobre esta. El camino comenzó a volverse complicado y estrecho, solo podía andar una persona y en algunos tramos otra persona que se dirigía en sentido opuesto. Para ese momento tuvimos que dejar nuestros bastones pues comenzábamos a escalar utilizando nuestras manos.
Hubo un caos, pues algunas personas decidieron tomar sus alimentos al rededor el pasillo que te permitía llegar a lo más alto del Pico del Fraile. LA gente te permitía pasar y uno hacia lo mismo unos metros adelante. Logramos que nos permitieran subirnos a la piedra que se encuentra a 4.680 ms.n.m para tomarnos una foto. Pilar sacó una bandera, la cual entre ella y Paco mostraron para que yo pudiera tomarles una instantánea. Después fue el turno de Alfredo, Omar y yo. subimos nos acomodamos seguido de un «listo» comenzábamos nuestro descenso.
Nos detuvimos a comer, pero no como el grupo anterior que se acurrucaban entre las piedras limitando el acceso a las personas. Alfredo pregunto si bajaríamos a las lagunas. *
Paco se levanto y comenzamos a seguirle, el descenso duró al menos unos 50 minutos, esos minutos fueron acompañados de caídas y resbalones. *
Al llegar a las lagunas, solo tomamos unos pocos minutos para continuar nuestro camino. Recorrimos al rededor de la laguna ** Teníamos que apurar nuestros pasos para poder alcanzar algún transporte que nos diera un «aventón» al estacionamiento.
Casi llegando a la entrada principal, nos encontramos con un grupo de estudiantes de intercambio. *
El descenso fue un poco duro, dentro de la camioneta hacia falta oxígeno, mientras dábamos tumbos cual trompo.
La llegada a los coches no fueron más que unos cuantos metros,